Comprar dinero

La gran cantidad de productos financieros que se ofrecen desde muy diversas entidades nos hace pensar en que el dinero es un producto más, como si se pudiera acudir a un supermercado y comprar lotes de billetes por un precio que tan solo unos cuantos en el mundo se pueden permitir adquirir.

 Este sentimiento quizás haya sido el responsable de que no se le preste la suficiente atención a algunos tipos de fondos y productos relacionados con el dinero y como consecuencia se haya generado una peligrosa burbuja económica que ha terminado por explotar y darnos en plena cara. Durante algún tiempo se han presentado productos de inversión que prometían unos sustanciosos dividendos sin explicar que lo que en realidad se estaba haciendo es un sistema económico que se sostenía de un modo muy peligroso sobre unos fundamentos poco estables que han dado como resultado un endeudamiento de las familias que depositaron sus ahorros confiando en que iban a recibir una gran cantidad de dinero en forma de beneficios en un espacio de tiempo relativamente corto y sin apenas ningún riesgo.

 No obstante, como dice el refrán, nadie da duros a cuatro pesetas, y el dinero no se puede comprar como si solamente hubiera que entrar en un banco, mirar el apartado de ofertas y coger el paquete de dinero más grande a un precio rebajado. Que nadie se imagine que conseguir un beneficio económico muy alto no tiene riesgos y que todo el mundo puede beneficiarse de ello.